jueves, 22 de julio de 2010

EL VIENTO EN LA PENUMBRA



En la primavera de mi vida esquivo
los llantos que en el pasado recuerdo
entre las esquinas nocturnas persigo
un pedazo de sueño que muerdo.

Ciego y sin una luz que pueda guiar
mis esteriles posibilidades de luchar
yo sólo puedo hacia el cielo mirar
y pensar que esto ha de terminar.

Entiendo que necesito un gran apoyo
para batirme en duelo con el enemigo
que seduce a las masas cual escoyo
engaña tanto al rico como al mendigo.

Somos como de las uvas el buen vino
pisoteados todos nosotros por entero
ya no hay bien que por mal no vino
aunque ellos lo maquillan con esmero.